El paraíso no se venderá a extranjeros: Prohibiciones de tierras en San Blas
- Chris
- 15 mar 2017
- 4 Min. de lectura
No se permiten ventas de tierras a personas no pertenecientes a la etnia guna
Consulta nuestra última publicación: "Islas en venta en San Blas"
Las estrictas restricciones a la venta de tierras en la región autónoma de Guna Yala, incluidas las más de 365 islas que conforman el archipiélago de San Blas, impiden que personas no gunas o extranjeros compren o arrienden tierras. Menos de 50 de estas islas están habitadas, mientras que el resto permanece intacto, rodeado de arrecifes de coral y lagunas turquesas. La propiedad está reservada exclusivamente a los miembros de la comunidad guna, preservando así tanto la tierra como su integridad cultural.

Una breve historia: cómo los guna consiguieron sus derechos territoriales
El control de los Guna sobre San Blas no es casualidad, sino el resultado de una larga y decidida lucha por la autonomía. A principios del siglo XX, presiones externas amenazaron la cultura, la tierra y las tradiciones Guna. Misioneros, comerciantes y autoridades gubernamentales intentaron imponer nuevas leyes, estilos de vestimenta y normas sociales que contradecían su forma de vida ancestral.
En 1925, los Guna se alzaron en la Revolución Guna para defender su tierra, costumbres e identidad. El levantamiento culminó con un tratado de paz que reconoció sus derechos y estableció la Comarca Guna Yala , un territorio autónomo gobernado por sus propios consejos tradicionales.
Desde entonces, Guna Yala se ha mantenido como una región autoadministrada bajo la legislación panameña, donde todas las islas y tierras pertenecen exclusivamente al pueblo Guna. Esta autonomía ha preservado su tejido social, lengua y entorno, convirtiéndola en uno de los ejemplos más exitosos de autogobierno indígena en América.

Islas de propiedad familiar y marcadores de coco
Todas las islas de la región pertenecen al pueblo Guna, y muchas son administradas individualmente por familias extensas. Los límites de las propiedades suelen estar marcados con letreros pintados en los abundantes cocoteros, un método natural y tradicional de demarcación.

Hemos encontrado pequeñas islas compartidas por unas pocas familias, que suelen rotar cada tres o cuatro meses para gestionar y cuidar sus tierras. Durante su estancia, cada familia se beneficia de los cocos cosechados en la isla y de las pequeñas cuotas de acceso a la playa que cobran a los visitantes, una importante fuente de ingresos durante su estancia. Al finalizar su rotación, la siguiente familia toma el relevo, continuando así este ciclo tradicional de gestión y sostenibilidad. Estas modestas cuotas —normalmente de unos pocos dólares por persona— son comunes en toda la región y desempeñan un papel crucial para ayudar a los guna a preservar tanto su entorno como su forma de vida tradicional.
Importancia cultural y ambiental: Sin complejos turísticos ni sobredesarrollo
Las prohibiciones de tierras en San Blas son mucho más que restricciones legales: encarnan la filosofía de autonomía y profundo respeto por la naturaleza del pueblo Guna. Al prohibir la venta de tierras a foráneos, los Guna han protegido sus arrecifes de coral, manglares y ecosistemas marinos de la sobreexplotación y el turismo masivo.
A diferencia de lugares como Las Perlas, donde extensos complejos turísticos dominan la costa, San Blas se mantiene al margen del desarrollo a gran escala. La firme protección del territorio por parte de los Guna ha impedido la sobreinversión, preservando así los paisajes prístinos y la integridad cultural de la región.
Estas prohibiciones no se limitan a la propiedad; representan un equilibrio entre las personas y el medio ambiente: un ejemplo vivo de cómo los valores tradicionales pueden sustentar tanto la biodiversidad como el bienestar comunitario. Como resultado, San Blas se erige hoy como uno de los últimos paraísos auténticos del Caribe, donde la naturaleza y la cultura se mantienen en perfecta armonía.

Alojamiento limitado, propiedad de Guna
Hay muy pocos hoteles en San Blas, y todos son propiedad de Guna. Estos suelen estar ubicados en las islas más pobladas, cerca del continente. En cambio, los cayos exteriores, como Coco Bandero y los Cayos Holandeses , donde solemos navegar, se mantienen en un estado de conservación excepcional, ofreciendo una experiencia más exclusiva y auténtica.

Prohibiciones de tierras en San Blas: El paraíso no se puede comprar, pero sí navegarlo
Aunque el terreno de San Blas no está a la venta, su belleza debe compartirse con respeto. La mejor manera de experimentar este paraíso es desde el mar, a bordo de un catamarán que te permite explorar sus cientos de islas paradisíacas sin dejar huella.
Navegar por San Blas ofrece el excepcional privilegio de despertar cada día en una nueva isla, un nuevo horizonte y la vibrante presencia de la cultura Guna. Fondearás en playas recónditas, nadarás en aguas turquesas y, si lo deseas, visitarás comunidades Guna que han conservado sus tradiciones durante siglos.

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